Salamanca es conocida por la belleza de su patrimonio. Edificios, monumentos y lugares en los que los histórico se entremezcla con lo legendario y que hacen que la estancia en la ciudad se convierta en una experiencia realmente mágica. Pero los alrededores de Salamanca, muchas veces menos conocidos por el turista, también ofrecen experiencia únicas. Y es que la región cuenta con parajes naturales de impresionante belleza que envuelven al viajero y que lo hacen sentirse transportado a otros lugares, alejado del bullicio de la vida urbana que muchas veces nos hace olvidar la estrecha relación que, desde tiempos inmemoriables, el ser humano ha mantenido con la naturaleza.
Estamos hablando, por ejemplo, del paraje natural de las Arribes del Duero, situado al noroeste de Salamanca, en la frontera con Portugal, a sólo 94 km de Hotel Regio (Salamanca). Un auténtico paraíso para los amantes del turismo en la naturaleza, donde los cursos de agua se alternan con las impresionantes masas boscosas que sirven de hábitat para multitud de especies animales. Pero si la vegetación nos ofrece paisajes de gran belleza, no menos lo hacen las cascadas. De hecho, estos saltos de agua se han convertido en las verdaderas protagonistas de este lugar, atrayendo cada año a miles de turistas que desean conocerlas a través de las diferentes rutas de senderismo que recorren el parque natural.
Entre estas cascadas se extiende el término municipal de Pereña. Un lugar que, lejos de ser un cuidado jardín, la naturaleza salvaje sorprende al caminante, especialmente a medida que se va acercando a las escarpadas laderas de los arroyos que se dirigen de forma apresurada hacia el río Duero. Dejando a su espalda viñas perfectamente alineadas, olivos cultivados, campos cuidados con esmero, berrrocales que desafían a la gravedad, bancales abandonados, zarzales impenetrables y una gran variedad de árboles frutales. Un paisaje realmente hermoso y sobrecogedor por el que las aguas invernales van saltando de piedra en piedra, salvando en un corto trecho las impresionantes diferencias de nivel de sus tramos finales, dando lugar a una loca carrera de espectaculares caídas envueltas en nubes de pequeñísimas gotas.
El Pozo de Airón
Para llegar hasta el pozo de Airón, debemos tomar como punto de partida la localidad de Pereña. El camino empieza junto a la iglesia gótica, frente al Ayuntamiento. Podemos tomar el coche durante los primeros 1.200 metros y aparcarlo en un ensanche junto a un gran poste metálico del tendido eléctrico. A partir de este punto hay que seguir a pie por la Cuesta de la Rueda.
A unos 7 minutos cruzaremos el Regato de los Valles, pasando por un precioso paisaje de chopos y de olmos secos. Tomaremos un senderos estrecho que bordea por la derecha, cuya orilla se encuentra salpicada de ruinas de antiguos molinos. Después de media hora andando veremos el Pozo Redondo, una profunda piscina natural a pie de los molinos.
En 5 minutos estaremos en la gran chorrera del Pozo de la Botarata, nombre que recuerda a quién allí dejó su vida por unos amores incomprendidos. A continuación, llegaremos por fin al Pozo de Airón. Su caída es tan vertical que incluso es posible pasar por detrás de la cascada, experimentando la agradable y fresca sensación de contemplarla desde dentro, mientras que sus proximidades se convierten en una impresionante ducha natural.
La Ermita
Casi 3 km de carretera asfaltada conectan el pueblo de Pereña con la ermita. Un santuario mariano muy frecuentado en el que se rinde culto a Nuestra Señora del Castillo desde muy antiguo. Se dice que su culto viene incluso antes de la invasión árabe, periodo durante la que fue ocultada en uno de los muros del Castillo que se levantaba en el Berrocal, donde hoy se encuentra la ermita. Pasaron los años hasta que, en el siglo XIV, un pastor sediento se puso a rezarle y de pronto oyó el correr de una fuente en la que pudo aliviar su sed. Cuatro siglos después, al romperse la piedra blanca que se encontraba junto a la imagen, a la que se atribuían poderes milagroso, los que estaban allí pudieron ver saltar un pequeño trozo del interior en el que estaba reproducida la Virgen, encontrada siglos antes. Desde entonces pasó a ser conocida como la Virgen Chica, que está hoy protegida bajo custodia.
El Pozo de los Humos
A través de un camino de casi 5 km en coche con una amplia llanada al final, nos acercaremos a uno de los lugares más bellos de toda la provincia de Salamanca. Si vamos en coche, tendremos que caminar un par de minutos hasta llegar a la línea desde la que puede contemplarse en todo su esplendor la cascada del Pozo de los Humos. Y unos 20 minutos después, habremos descendido hasta el pozo que el río Uces ha ido formando en la dura roca a través de miles de años. El agua en su decenso va descomponiéndose en pequeñísimas gotas de agua que se evaporan en el aire, formando una nube de humo que da su nombre a este impresionante lugar.
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