El Fuerte de la Concepción es, sin lugar a dudas, una de las fortificaciones militares más impresionantes de toda España. Situada en la localidad de Aldea del Obispo, a pocos kilómetros de Ciudad Rodrigo y limitando con Portugal, ha sido el eterno vigía de la zona a lo largo de los siglos. Se puede llegar a él por la carretera que conecta el pueblo con los municipios de Vale da Mula y Almeida.
Construido en el siglo XVII por el duque de Osuna como contrapeso a las fortificaciones portuguesas de Almeida y del Castelo Rodrigo, sería destruido tras la derrota del duque, tomando su diseño forma de custodia en el siglo XVIII, de la mano del arquitecto militar Moreau. Siendo inutilizado y volado parcialmente durante la Guerra de la Independencia, a principios del siglo XIX, por orden de Wellington. Siendo abandonado hasta su restauración parcial a principios del siglo XXI.
Después de llevar a cabo una importante labor de reconstrucción y consolidación, actualmente alberga en su interior un hotel. Además, se encuentra Protegido por el Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985, del Patrimonio Histórico Español, declarado por la Junta de Castilla y León como Bien de Interés Cultural.
Un poco de historia…
Después de seis décadas de domino español, en 1640, los portugueses vuelven a independizarse de la corona española. Una vez terminada la guerra entre España y Francia, y firmado el Tratado de los Pirineos, en 1659, el rey Felipe IV se plantea la recuperación del trono de Portugal que se había perdido 20 años antes, para lo que encomienda el mando de los ejércitos al duque de Osuna. Fue éste el que mandó la construcción del Fuerte de la Concepcióncomo acantonamiento de los ejércitos españoles que debían recuperar Portugal.
El 8 de junio de 1664, los portugueses derrotaron a las tropas españolas en la batalla de Castelo Rodrigo, por lo que Felipe IV tuvo que retirar el mando al duque de Osuna y ordenar la demolición del primer fuerte a los pocos meses de haberse iniciado la construcción.
En 1735, reinando ya Felipe V, el ministro José Patiño ordenó construir una línea de fortificaciones que tenían por objetivo proteger la frontera española frente a las nuevas plazas fuertes levantadas durante ese periodo en Portugal, finalizando la obra en 1758. El problema es que en este momento ya no resulta útil y en los siguientes 50 años no tendría ningún tipo de actividad militar. Recuperando solamente su protagonismo durante la Guerra de la Independencia, que tuvo como marco esta zona tras la decisión de Napoleón de ocupar Portugal.
Para evitar que cayera en manos francesas, el duque de Wellington manda volar el Fuerte de la Concepción en 1810. Lo cual tuvo un gran impacto sobre el conjunto que terminaría quedando en el olvido después de terminar el conflicto. A mediados del siglo XIX pasaría a manos particulares y sería usado como cantera a mediados del siglo XX para reutilizzar los materiales en las nuevas construcciones de la zona.
En el año 2006 las ruinas serían adquirirdad por nuevos propietarios particulares que empezarían un nuevo proceso de restauración de algunas partes para habilitar el viejo edificio como hotel, que abriría sus puertas en el año 2012.
El Fuerte de la Concepción
Ubicado sobre el cerro de Gardón, a esasos metros del río Turones, el Fuerte de la Concepción es un complejo defensivo abaluartado que responde a las mejores y más eficaces normas constructivas aplicadas a la defensa de las plazas en el siglo XVIII. Cuenta con revellines y con cuatro baluartes, fosos, camino cubierto, parapetos, puente levadizo, cisternas, casamatas, hospitalm capilla, casa del gobernador… Todo ello alrededor de una plaza de armas que proporciona grandiosidad al conjunto. Complementado por el cuartel de caballería San José, que se encuentra a escasa distancia.
Formado por una planta cuadrada de más de 51 metros de longitud y 9,5 metros de altura que cierra un patio de 50 metros de lado. En cada uno de ellos se abren nueve naves de 19 metros de profundidad y 6 metros de anchura, con bóvedas a prueba de bombas. Algunas de ellas dedicadas al alojamiento de tropas, oficiales y caballo, por lo que contaban con luces y chimeneas que se abren sobre el foso, frente a la gola de los revellines.
Cada una de las esquinas está compuesta por un baluarte lleno pentagonal. Delante de los lienzos de la muralla se erigen los revellines también pentagonales, con gola abierta, por estar fuertemente defendidos desde la cortina de la fortificación y que favorecen una posible retirada o refuerzo.
Las cubiertas de las naves, los revellines y los baluartes constituían las plazas de armas o adarves que se ocupaban de defender el conjunto, contando con capacidad para 59 cañones en el castillo y 9 en cada revellín, quedando protegidos por los correspondientes merlones.
Rodeando el recinto, encontramos un profundo foso, cuyo plano se alzaba 4 metros hacia el exterior para construir un camino cubierto, dotado de banqueta para los tiradores, de contrasescarpa y de traversas para obstaculizar las infiltraciones del enemigo.
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